1815 sería el último año de vida de Vicente Puig, al que se atribuye como hija póstuma la niña de que queda embarazada Gertrudis en ausencia de este por dictado de Fernando VII. Ni llegó a enterarse del embarazo de su esposa porque halló una muerte repentina cuya causa fue falsificada, al igual que los datos del expediente de viudedad para que salieran las cuentas y la niña nacida en 1816, ya siendo azafata de la reina Gertrudis, llevara el apellido Puig en lugar de Borbón. Viuda y con siete hijos a su cargo más la niña que no era de su marido, Gertrudis se convirtió a partir de entonces en juguete de Fernando VII. Muy similar a lo que sucede en la película El hombre de la máscara de hierro, basada en la obra de Alejandro Dumas, que quizá se inspiró en la historia de Gertrudis, que perviviría en la comidilla palaciega cuando el escritor llegó a la corte española. En la película, Cristine es objeto de deseo del rey Luis XIV, que ordena la muerte de su prometido. El rey pasa a ser su protector y ella no tiene otra opción que convertirse en su amante, porque la autoridad soberana es irrefutable, como sucedió a Gertrudis con Fernando VII. Cristine finalmente se suicida al descubrir el engaño. Gertrudis no tenía esta opción porque era madre y solo podía elegir entre sacar a sus hijos adelante o convertirlos en objeto de las iras del soberano, lo cual significaba elegir entre vida y muerte.
El absolutismo y terror que se vivía en este año lo recrea a la perfección Benito Pérez Galdós en su episodio nacional Memorias de un cortesano en 1815. El personaje que crea se llama Juan Bragas, más conocido como Pipaón. Explica Pipaón cómo pasó de la nada a sentarse en un sillón del Consejo de Castilla. Se entrenó en inventar cartas, remedar tipos de letra…, llegando a convertirse en indispensable para Fernando VII. Detalla cómo se despojaba de papeles a los perseguidos, porque si no, la justicia habría tenido que romperse los cascos para inventarlos después, lo cual es tarea larga y que da mucha fatiga y quita mucho tiempo a los señores de la comisión de Estado. El sector principal objeto de persecución eran los liberales, gaceteros, discursistas, preopinantes, soberanistas, republicanos, volterianos, masones... Es decir, cualquiera que se opusiera al absolutismo. Refiere cómo se corrían rumores falsos de conspiraciones, se contrataba gente para acusar a otros, utilizaban a franciscanos o agustinos para arengar la muchedumbre… Y los ministros estaban impedidos para gobernar porque el control de todo lo llevaba el equipo asesor del rey que, según el marqués de Villaurrutia, estaba compuesto principalmente por el duque de Alagón y Chamorro, de los cuales afirma: El secreto de la perdurable privanza acaso estaba en que, maestros ambos en rufianescas tercerías, para dar gusto al Rey solo necesitaban buscar quien se lo diera.
La tragedia de la familia Puig al cruzarse en su camino Fernando VII puede reconstruirse y salir a la luz, pero en el anonimato quedarán muchas historias trágicas de vidas sumidas en el horror y desesperación por capricho soberano.
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