Fuera los
borbones de España desde 1868, los generales Prim y Serrano constituyeron el
nuevo estado surgido tras la revolución que había aglutinado tanto a
republicanos como a monárquicos que buscaban un cambio de dinastía. Prim no
admitía otro sistema que no fuera monárquico y logró finalmente que aceptara
este papel Amadeo de Saboya, que al llegar a España tiene que velar el cadáver
de Prim, víctima de un atentado el 27 de diciembre de 1870. Con este macabro
comienzo de reinado, Amadeo intentó cumplir su papel de rey que debía respetar
al gobierno constituido, pero pese a su buena voluntad tenía demasiados
detractores. Se decía incluso que muchos le aceptaron creyendo que no duraría,
y algunos le pusieron el apodo de macarrónico por su procedencia italiana.
En 1872 llega a
ser presidente del gobierno Manuel Ruiz Zorrilla, uno de los hombres fuertes de
Prim, que sin duda sabía todos los detalles de los planes revolucionarios de
1866 y más que probablemente las auténticas circunstancias del asesinato de
Federico Puig Romero, supuesto padre del príncipe Alfonso, que por 1872 iba
consiguiendo más adeptos, denominados alfonsinos, como alternativa monárquica
desligada del reinado de su madre Isabel II.
Manuel Ruiz
Zorrilla profesaba odio a los borbones y no simpatizaba con el cuerpo de
artillería, al igual que otras armas que veían con recelo su origen noble y
preparación científica que no reunían estas. Qué mejor arma contra los
alfonsinos que provocar un conflicto con los artilleros que sacara a la luz el
asesinato de Federico Puig Romero que manchaba a toda la dinastía. El conflicto sería inmediato en cuanto se le
confiriera autoridad sobre los artilleros a alguien que repugnaban: Baltasar
Hidalgo de Quintana, a quien consideraban director de la matanza ocurrida en el
cuartel de San Gil el 22 de junio de 1866. En realidad, Hidalgo simplemente
cumplía órdenes, aunque se desmarca de ello con una carta dirigida a sus
antiguos compañeros de artillería en 1867 publicada en París haciendo especial
énfasis en el coronel Puig, por el que muestra gran encono e incluso parece
agradecer su asesinato.
La reacción del
cuerpo de artillería no podía hacerse esperar cuando se vieron obligados a acatar sus órdenes a consecuencia del nombramiento de Hidalgo como capitán general de Vascongadas y
Navarra. Deciden unánimemente renunciar a sus puestos. El 18 de noviembre de 1872 todos
los periódicos publican la carta de Hidalgo de 1867 y la que escriben los
artilleros en réplica a esta. El conflicto alcanza hasta Ultramar, y los
artilleros exigen al gobierno la destitución de Hidalgo, que no se produce, lo
cual implica que todo el cuerpo de artillería renuncia a sus puestos, incluidos
los cadetes de artillería, entre quienes se hallan los hijos del malogrado
Federico Puig Romero, presunto padre de Alfonso XII.
El 11 de febrero
de 1873 el rey Amadeo no utiliza la prerrogativa regia para apoyar a los
artilleros y opta por cumplir su deber de acatar al gobierno constituido, firmando
el decreto de disolución del cuerpo de artillería, con lo que no está de
acuerdo, por lo que a continuación dimite. De esta crisis surge en sesión
conjunta del senado y congreso la primera república, de lo que hoy se cumplen 143 años. Los secretos de la
artillería vinculados a la familia real seguirían guardados por una cuestión de
honor, obrando todos los artilleros como uno solo.
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