Entrada al Centro Cultural de los Ejércitos (Valencia). |
Tal día como hoy hace bastantes años abrí la puerta hacia un pasado oculto y tenebroso que pugnaba por emerger. Unas pocas narraciones de familia constituían mi punto de partida cuando mi madre y yo nos dirigimos a la Biblioteca Militar del Centro Cultural de los Ejércitos de Valencia. Desconocía entonces que ese mismo día, 5 de diciembre, casi doscientos años antes, Antonio Guillelmi, secretario de cámara del hermano del rey Carlos IV, firmaría un escrito con detalles acerca de la partida de la familia real española hacia Bayona. Mucha información secreta estaba en manos de este personaje a quien los hilos del destino unirían a los avatares de la familia Puig Romero, mis antepasados.
Ignoraba yo las nefastas consecuencias del encuentro de esta
familia con Fernando VII y de qué manera alteraría el rumbo de sus vidas,
primero con las prematuras muertes de Vicente Puig y Gertrudis Romero, la cual
enseguida quedó viuda y a merced de los designios del absoluto durante los años que él
dispuso hasta que decidió librarse de ella y costearle un funeral secreto tras
despojar a ella y su familia de todos sus derechos. Entre los huérfanos se
hallaba Federico, cuyo destino se ligaría en el futuro al de la hija de
Fernando VII, Isabel II. Años después el asesinato de Federico quedaría encubierto por Isabel
II y su gobierno. Su posible paternidad del heredero de la reina y los secretos
de Antonio Guillelmi pesaban demasiado.
Retrato de Antonio Puig y Luca en la portada de la biografía que sobre él escribió Julio de Ramón Laca. |
Averiguaría tiempo después que el tío de Federico Puig Romero había
sigo quien originariamente propuso el proyecto de creación de bibliotecas
militares en España y fue agradecido mediante real decreto por la regente María Cristina, viuda de Fernando VII. El decreto no se materializaría hasta 1843, recién proclamada reina Isabel a los trece años. Se ignoró por completo la autoría del proyecto de
Antonio Puig y Luca, que años atrás había sido víctima de un sumario contra él por orden de
Fernando VII durante la época en que decidió tachar a los Puig Romero de caídos en
desgracia. Tras la muerte de Antonio Guillelmi, los años de injusticia e indigencia se transformaron en concesiones extraordinarias para esta familia y el sobreseimiento del
caso para Antonio Puig y Luca, para lo cual se llegó a recurrir a hacer constar en documentos oficiales una muerte falsa.
¿Por qué se tomó tantas molestias Fernando VII con esta familia? ¿Qué temió tanto el absoluto en 1827? ¿Por qué se usurpó la autoría de Antonio Puig y Luca en 1843? Quizá su nombre era molesto por su nexo a un pasado que no
convenía destapar y afectaría años después a su sobrino, que el 22 de junio de 1866 sería víctima de un
asesinato encubierto por el estado desde el primer momento. ¿Qué interés tenía Isabel II en ocultar las auténticas circunstancias del asesinato de Federico Puig Romero?
Intento dar respuesta a estos y más interrogantes en el libro Voces desde
el más allá de la historia, fruto de años de trabajo e investigación, parte
de la cual dio pie a mi artículo Origen
de las bibliotecas militares en España, publicado en 2013 por la revista
Claseshistoria y que ha sido catalogado
en diversas universidades norteamericanas y europeas. Puede descargarse en este
enlace:
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