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sábado, 17 de agosto de 2019

Inicio y fin de la primera república española


                                           

La primera república española, nacida el 11 de febrero de 1873, fue fulminada por el golpe de estado del general Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque el 3 de enero de 1874. Sobre dicho general, perteneciente al cuerpo de artillería, se publica un artículo en el ABC el 6 de febrero de 1931, citando su trayectoria y resaltando la defensa acérrima que hace de Baltasar Hidalgo de Quintana, personaje clave del gravísimo conflicto artillero que se produjo a finales de 1872, detonando la abdicación del rey Amadeo de Saboya, tras lo que fue votada la primera república.

Baltasar Hidalgo de Quintana aceptó ponerse al frente de las tropas que se sublevarían contra sus jefes en el cuartel de San Gil de Madrid el día 22 de junio de 1866. Esta decisión de Hidalgo implicaba actuar en contra de sus compañeros de artillería, lo cual violaba el juramento sagrado de este cuerpo. Se escudó más tarde en que se había licenciado antes, pero lo cierto es que aquel día vestía el traje de artillero y su solicitud de licencia absoluta coincidió con el impago de una deuda que se le reclamaba tiempo antes en el cuerpo de artillería. A finales de 1867 publica en el extranjero una carta de justificación en la que muestra encono hacia los oficiales muertos en el cuartel de San Gil, ensañándose particularmente con el coronel Federico Puig Romero, cuyo asesinato no resuelto y la participación que tiene en su encubrimiento el gobierno de Isabel II y más adelante, el de sus herederos, constituye el eje de la investigación de mi libro Voces desde el más allá de la historia.


El general Pavía compartía piso con Hidalgo en la emigración a que se vieron abocados los participantes en la revolución del 22 de junio de 1866. Por breve tiempo, pues en 1868 se aliaron todos haciendo partir al exilio a la ex reina Isabel, que se instala en Francia, desde donde mantiene correspondencia con Antonio Cánovas del Castillo, impulsor de la restauración borbónica en el heredero, el príncipe Alfonso, cuya paternidad secreta apunta a un candidato hasta hoy ignorado: Federico Puig Romero, cuyo asesinato dio tanto que hablar a Hidalgo, provocando con su escrito la repulsa del cuerpo de artillería, prefiriendo todos los oficiales renunciar a sus puestos antes que tener que estar bajo el mando de Hidalgo, al que consideraban traidor a sus juramentos.


La república de 1873 apenas tuvo tiempo de afianzarse. Cuatro presidentes en tan breve lapso, el último de ellos, Emilio Castelar, no pudieron evitar la amenaza del golpismo como medio de privar las libertades. En este nuevo gobierno es presidente el general Serrano, que nombra ministro de gobernación a Eugenio García Ruizconspirador con quien se había enemistado Hidalgo en 1867 por contradecirle en la descripción de las circunstancias del asesinato del coronel Puig,​ hacia el que muestra Hidalgo especial inquina en su carta de justificación. 

Golpe de estado del General Pavía en las cortes el 3 de enero de 1874.

 ¿Y qué pasó mientras tanto con los oficiales de artillería que se quedaron fuera del ejército? Su renuncia en masa, privando al país de su papel en momento tan crítico, no podía mantenerse demasiado tiempo. Sus juramentos de honor les llevaron a abandonar su deber, lo más sagrado para ellos. El último presidente de la república antes del golpe de Pavía, Emilio Castelar, sería quien solucionaría el conflicto devolviéndoles a sus puestos, en octubre de este año. Un mes antes, el cuerpo de artillería dirige carta a Isabel de Borbón en el exilio, y sobre el contenido de este escrito, escribe  ella a Cánovas el 5 de septiembre de 1873, día del cumpleaños de Federico, que seguramente recordaría la ex reina muy especialmente, diciendo:

Cuanto me ha certificado la leal carta del coronel Reyna por sí y en nombre de todos los oficiales del pundonoroso y leal cuerpo de artillería me halaga infinito y pierde cuidado que nadie más que mi hijo que es reservado sabrá nada de esta carta pues sería fatal que por saberse dejasen de colocar en sus puestos a esos distinguidos y leales oficiales.


Aquel secreto que guardara Alfonso marcó profundamente su trayectoria, ligándole estrechamente al cuerpo de artillería al que pertenecieron su presunto padre, Federico Puig Romero, y los hijos de este, a los que él llamaba hermanos. La investigación, en Voces desde el más allá de la historia, y la novela basada en estos hechos, Alfonso XII y la corona maldita, dan testimonio de ello.

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