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lunes, 30 de septiembre de 2019

Los hijos ocultos de Fernando VII



Ayer en el año 1833 dejaba el mundo de los vivos el monarca español más odiado, que curiosamente fue conocido durante la invasión francesa como El Deseado. El sobrenombre se lo puso el iluso pueblo español que luchó encarnizadamente para traerle de regreso a España y devolverle la corona que él mismo había regalado a Napoleón Bonaparte. Desde su retorno, en 1814, hasta su fallecimiento, los mismos que le aclamaron tuvieron múltiples ocasiones para comprobar que el sobrenombre más adecuado hubiera sido El Nefasto.

El 3 de octubre de 1833 se publicaba en La Gaceta  lo referente al testamento de Fernando VII y la regencia de su esposa, María Cristina Borbón, sobre la niña Isabel, hasta que tuviera edad de reinar.  Mucho se ha escrito ya sobre el problema sucesorio al no dejar Fernando VII un varón, trayendo como consecuencia las guerras carlistas entre los partidarios de Carlos Isidro y su sobrina, la hija mayor de Fernando VII. La cuestión es: ¿era esta niña Isabel su hija mayor? La respuesta es no. Y esto se basa en  los datos nuevos que aporto en las investigaciones de mi libro Voces desde el más allá de la historia, en el que baso mi novela histórica Alfonso XII y la corona maldita.

Las investigaciones dejan al descubierto la existencia de tres hermanos mayores de la heredera del trono: Gertrudis, Juan y Fernanda, esta última apadrinada en 1822 por el rey Fernando VII y su tercera esposa, Josefa Amalia de Sajonia. Tanto Fernanda como su hermano Juan recibieron el apellido del consorte del matrimonio arreglado por el rey, casándolo en palacio con la mujer que se vio forzada a convertirse en la amante del déspota: Gertrudis Romero. De mujer respetable y casada con un militar, pasó a quedarse embarazada con su marido ausente y al poco viuda, teniendo mucho que ver en ambas cosas Fernando VII, para quien la oportuna muerte del marido de Gertrudis le deja el camino libre para llevarla a palacio hasta que se cansó de jugar con ella y, como el gato con el ratón, le dio un zarpazo tras otro hasta terminar prematuramente con su vida en 1824, agonizando en el domicilio de Calle de las Huertas 3, de Madrid.

Imagen actual de Calle de las Huertas 3 (Madrid).

Seis años después, en 1830 nacería la primera hija oficial de Fernando VII, Isabel II, proclamada reina anticipadamente, a los trece, un año después de fallecer su hermana oculta Gertrudis Puig Romero, catorce años mayor que ella. Consta en la defunción de Gertrudis Romero que  vivía en calle de las Huertas número 3. En la colección de estampas de la Biblioteca Nacional hay una de Isabel II recién proclamada reina cuya descripción reza así:

          Doña Ysabel II, Reyna Católica De España
        Busto.  Traje claro, diadema, collar de perlas.  Óvalo.  V. López lo pintó.  V. Camarón lo lit.° Calixto de la Muela lo estampó en su Establto.  Calle de las Huertas n.° 3 cuarto pral (...)  Colección Carderera. 

La efigie de Isabel II en la casa donde con tanta zozobra había sufrido su agonía Gertrudis Romero... La ironía del destino parecía rubricar con esta estampa el infausto hilo de los acontecimientos que entrecruzaba en sus redes a ambas familias, Puig y Borbón, en dos generaciones. Los hechos se adaptaban al oráculo de una  tragedia griega que hubiera anunciado a Gertrudis: tendrás hijos de rey, y de ti saldrá un rey.  Si no se cumplía en la primera generación, en la segunda, con Alfonso XII, proveniente, por partes iguales, de Fernando y Gertrudis: de un hijo de Gertrudis y de una hija de Fernando. Gertrudis le ganaba la partida a título póstumo a Fernando, cuya falta de heredero varón provocó tantos desastres en España.  

Con el escritor Paco Arenas y su esposa durante la presentación en FNAC de Valencia de mi novela Alfonso XII y la corona maldita (ganadora del V Premio Hispania de Novela Histórica).



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