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martes, 4 de agosto de 2020

Exilio borbónico, tradición solo rota por Alfonso XII


El exilio de Juan Carlos I saltó ayer en los medios y redes sociales al hacerse pública su decisión de abandonar España, que comunica a su hijo el rey Felipe VI en una carta: «Ahora, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme en estos momentos fuera de España».

El nexo que me une a este ex monarca y saco a la luz en mis libros va ligado a un pasado turbulento de muertes silenciadas que derivan en ese tatarabuelo común e ignorado progenitor de Alfonso XII, el coronel de artillería Federico Puig Romero. Descubrir este pasado que lleva a otro aún más oscuro de Fernando VII con los padres de Federico, ha sido un trabajo arduo en el que me he embarcado para llegar a la verdad, que no por buscada fuera deseada. Sin faltar al respeto a nadie, no considero estos vínculos con los Borbón como algo de lo que sentirme orgullosa; tan solo son las circunstancias que han tenido que sufrir en silencio mis antepasados y a las que he podido dar voz en mi ensayo Voces desde el más allá de la historia y su versión novelada Alfonso XII y la corona maldita.

Retrato de Federico Puig Romero, tatarabuelo que comparto con Juan Carlos I.


La tradición de exilio que parece reiterarse con Juan Carlos I, tan solo ha excluido al rey Alfonso XII, cuya paternidad biológica se aireó hasta la saciedad asociándola a un oficial de ingenieros llamado Enrique Puigmoltó y Mayans. Esta cortina de humo mantuvo oculto el nombre de Federico Puig Romero, que se vio sometido a los caprichos de Isabel II, al igual que la madre de Federico, a los deseos de Fernando VII, padre de Isabel II. Dos generaciones repitiéndose las mismas circunstancias, con las consecuencias de muertes prematuras y desgracia que cayó sobre esta familia, desde que quedara sometida a los designios del déspota Fernando VII, el primer causante de exilio de sus propios padres, Carlos IV y María Luisa Borbón Parma. Fernando conspiró logrando usurpar la corona a su padre aliándose con Napoleón, quien consideraba a España uno más de los países que añadir a su colección. Fernando lo felicitaba por ello, poniéndoselo en bandeja, lo cual llevó a partir tanto a sus padres como él al exilio, del que logró regresar tras años de lucha de los españoles contra los invasores franceses, finalmente vencidos. España entonces recuperó su soberanía pero no la libertad, al retornar la corona a Fernando VII, que poca gratitud mostró a los españoles, sometiéndolos durante su reinado a un régimen de terror y despotismo. Su viuda, María Cristina, madre de la heredera Isabel II, hermana de los hermanos de Federico Puig Romero por línea materna, también tendría que partir al exilio por sus escándalos amorosos y financieros cuando su hija Isabel era apenas una niña.

Carlos IV, destronado por su hijo Fernando VII. Ambos partieron al exilio, logrando regresar Fernando.

Reinó Isabel II, encaprichándose de Federico para añadirlo a su larga lista de amantes, resultando de ahí el nacimiento del príncipe Alfonso, que más adelante reinaría como Alfonso XII. Federico no llegó a ver el exilio de Isabel, pues fue asesinado bajo circunstancias ocultas por el gobierno de Isabel II, aunque todo esto no impidió que tuviera que hacer las maletas donde se la acogiera en su huida de las furias populares de 1868, con la revolución La Gloriosa. Ella y su familia partieron de España trabajando desde el extranjero en la restauración, que finalmente se produjo en su hijo Alfonso XII en 1874, al que se pretendió desligar de su madre para que fuera visto como algo renovador. Y en muchos aspectos lo fue.

María Cristina de Borbón Dos Sicilas, regente exiliada en 1840.

Alfonso XII no renegó de ese pasado paterno, y en lugar de esconderlo, los hechos evidencian que buscó contactar con sus hermanos de padre, los hijos del malogrado Federico Puig Romero. Su carácter poco se parecía al de su madre y abuelo, dando muestras de valor al marchar al frente del ejército y exponiéndose a los contagios en las epidemias de cólera, acudiendo a visitar enfermos. Difería además de sus ancestros Borbón en su cultura, con una exhaustiva formación, conocimientos de varios idiomas y gran elocuencia. Pasó a la historia como el rey pacificador, al lograr darse final en su reinado a las guerras carlistas iniciadas desde la muerte de su abuelo Fernando VII. Quién sabe si también hubiera tenido que partir al exilio, como tuvo que hacer su heredero póstumo, Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I, cuyo padre, hubiera reinado como Juan III de habérselo permitido Franco, que prefirió mantenerlo en el exilio y hacerse cargo de la tutela de su hijo Juan Carlos, para amoldarlo a su gusto como futuro rey, proclamado tras la muerte del dictador.

                    Alfonso XIII, exiliado en 1931.


El reinado de Alfonso XII fue tan corto como su vida, marcada por el estigma de la tuberculosis, enfermedad que padecieron los Puig Romero y, en otra generación, los hijos de Federico Puig Romaguera, el hermano mayor de Alfonso que al parecer rechazó este acercamiento del hermano que murió sin dejar de ser rey.


                      Alfonso XII, rey desde 1874 hasta 
                                su muerte en 1885.


Quién sabe si en su exilio, el hasta ahora rey emérito lea estos libros que nos unen por el ancestro común de Federico Puig Romero: Voces desde el más allá de la historia y Alfonso XII y la corona maldita...

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