Alfonso XII y Federico Puig Romero (foto montaje de Paco Arenas) |
Tal día como ayer en 1863 fallecía en Cáceres José Puig Romero. Se lo llevaba la tisis, como había sucedido a su hermana Encarnación catorce años antes, y como le sucedería más tarde al rey Alfonso XII, que no llegó a cumplir diez años de reinado a causa de la tisis pulmonar que muchos achacaban al legado de su padre biológico que se daba por supuesto no era su padre oficial, el rey consorte Francisco de Asís. Las habladurías en torno a la orientación sexual del marido de la reina Isabel II iban en la línea de justificar el talante promiscuo de la heredera de Fernando VII. Mantenía así bastante ocupada a su corte, siempre a la caza de los últimos chismorreos sobre el ocupante de turno del tálamo real. Tal pareciera el Sálvame de la época, cuando a cada nuevo embarazo se barajaban diversos nombres para el correspondiente progenitor del vástago real en camino.
Francisco de Asís Borbón |
En el caso del heredero de la corona, el príncipe Alfonso, los rumores se expandieron hasta el Vaticano desde el mismo entorno de la reina, tomando parte activa en ello el candidato elegido, Enrique Puigmoltó y Mayans, que al parecer no fue nada discreto, desempeñando a la perfección el papel que tenía en esta cortina de humo que pretendía desviar la atención del amante secreto de la reina en los días de la concepción de su hijo Alfonso. Por aquel entonces José Puig Romero se hallaba en la corte y no quedó al margen de la encerrona en que había caído su hermano Federico, casi en idénticas circunstancias que su madre, Gertrudis Romero, sometida a los caprichos regios de Fernando VII. Se repetía la historia con Federico e Isabel II. Y los caprichos regios eran ineludibles…
Isabel II |
Federico, artillero regido por códigos de honor, se vio en la tesitura de tener que acatar los deseos exacerbados de la reina que lo elegía con el aliciente de compartir hermanos con él de la unión entre Fernando VII y Gertrudis Romero. Aquel pasado pesaba como una losa y lo único que pidió Federico, casado y con dos hijos, fue silencio. José, menos dado a las cuestiones éticas y acuciado por la enfermedad de su hijo, intentó aprovechar esta relación secreta de su hermano con la reina. Al fin y al cabo, era el tío del príncipe Alfonso. Los dos hermanos Puig Romero eran las dos caras de la misma moneda. Ambos militares y marcados por el destino trágico de sus padres a manos de Fernando VII, siguieron trayectorias bien distintas. Mientras Federico llegó a lo más alto al ingresar en Artillería, con un casamiento adecuado a su elevado status, el matrimonio de José fue desgraciado y ni siquiera fue apto para aprobarse en el Montepío Militar. Solo le quedaba un hijo que estaba demente y requería gastos desorbitados que le endeudaron hasta el punto de incurrir en procedimientos irregulares que le supusieron arrestos y penas militares, interviniendo la mano de la reina en algunos casos para sacar de apuros a su cuñado.
Fernando VII |
En ese último destierro de José, ya fallecido su hijo, hallándose en plena soledad, avanzaba imparable la tuberculosis que no padecía Enrique Puigmoltó y Mayans ni nadie en su familia. La enfermedad sin embargo hizo estragos en los descendientes de Federico, el primero de ellos, el príncipe Alfonso. José no lo llegaría a ver. En sus últimos días recibió la ayuda espiritual que dos presbíteros que se ocuparon de darle entierro de noble a pesar de su pobreza. En manos de aquellos quedó el secreto de un pasado ominoso y el nexo a su sobrino el príncipe. El rumbo de los acontecimientos dio entonces un viraje y Federico empezó a temer que todo lo que tanto había costado ocultar saliera a la luz y se aprovecharan de ello los enemigos del trono. Pero el silencio quedó garantizado menos de tres años después. Federico sería trasladado al cuartel de San Gil que se convertiría en el matadero de él y los oficiales que compartían su secreto. El 22 de junio de 1866 Federico era asesinado y el misterio en torno a las auténticas circunstancias de los hechos no haría más que empezar... Todas las claves en Voces desde el más allá de la historia y su versión novelada Alfonso XII y la corona maldita.
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